miércoles, 25 de noviembre de 2015

FICHA DE TRABAJO PARA TERCERO DE SECUNDARIA


FICHAS DE TRABAJO PARA TERCERO DE SECUNDARIA

COMO VIVO EL: DECIDIR EN LIBERTAD

1. Todo acto se hace para alcanzar un fin.
     Siempre que actuamos lo hacemos por un fin. Por ejemplo, el arquero extiende su arco con el fin de hacer diana. Si no hubiera una intención, no actuaríamos.
Para que una acción sea buena no basta con que su objeto sea bueno, se requiere además que el fin  por el que se actúa sea bueno también. El fin puede influir de diversas maneras en la moralidad de los actos:

a) El fin bueno puede hacer que la acción buena sea mejor. Por ejemplo: rezar, que es una acción buena, aumenta de valor si se hace para conseguir la conversión de los pecados – fin bueno.

b) El fin malo hace mala una acción que podía ser buena. Por ejemplo: dar limosna – objeto bueno – para que me vea la gente y hablen bien de mí – fin malo.

c) El fin malo aumenta la malicia de una acción mala. Por ejemplo: emborracharse – objeto malo – para luego robar – fin malo.

d) El fin bueno nunca convierte en buena una acción mala. Por ejemplo: no se debe robar a una persona rica para dárselo a un pobre. Nunca se debe hacer un mal para conseguir un bien.

     No basta tener buena intención para actuar rectamente: es necesario que lo que se hace sea bueno moralmente. Sólo así nuestras acciones son moralmente rectas, agradan a Dios y merecen ser premiadas.

2. La libertad.
     Para que un acto sea realmente “humano” es preciso que la persona lo realice libremente. La libertad es un don de Dios que tenemos para hacer el bien, pues son esclavos de sus instintos. La libertad es la capacidad de actuar verdaderamente como personas; así vamos forjando nuestra propia vida y acercándonos a nuestro fin, que es la salvación.

     Aunque con la libertad se puede escoger al mal, la libertad no es para eso. De igual modo que un cuchillo que está en la cocina es para cortar el jamón, el hecho de que alguien lo use mal y se corte un dedo no significa que el cuchillo sea malo en sí, sino que se ha utilizado mal.

     Dios respeta nuestra libertad, quiere que escojamos nosotros, nos quiere libres; no quiere esclavos sino hijos que cumplan su voluntad voluntariamente. Así el hombre, ayudado por la gracia, alcanza su perfección humana y su salvación eterna. Sólo las acciones libres del hombre son mentirosas.

3. El mal uso de la libertad: el pecado.
     Las obras que podemos realizar pueden ser buenas o malas, el pecado es el mal uso de la libertad. Pecado es toda palabra, acto o deseo voluntario contrario a la ley de Dios. Es una ofensa a Dios porque el hombre desobedece a Dios.

     Aunque no se pretenda ofender a Dios directamente, quien comete el pecado siempre prefiere una criatura (una cosa, un placer, la soberbia) y rechaza a Dios, que quiere que hagamos el bien.
Para que exista un pecado tiene que concurrir tres requisitos:

a) Materia, es decir, un “objeto” moralmente malo. La materia puede ser grave (robar una cantidad grande, los pecados contra la vida humana, contra la castidad, etc), o leve.

b) Advertencia, es decir, con conciencia de que aquello es pecado (lo que hace un sonámbulo lo realiza sin advertencia).

c) Consentimiento, es decir, se hace libre y conscientemente. Es importante distinguir entre “sentir” (odiar, placer, etc.) y “consentir” una tentación en el primer caso se trata de un fenómeno puramente sensitivo de la parte animal del hombre, mientras que el segundo es un acto voluntario.

Los pecados pueden ser.

a) Pecado mortal: si hay materia grave, advertencia plena y pleno consentimiento.
Este tipo de pecado destruye la caridad en el corazón del hombre y lo aparta de Dios, que es su fin último y su felicidad verdadera. Produce la muerte sobrenatural del alma.

b) Pecado venial: si la materia no es grave, o la advertencia o el consentimiento no son plenos. Este tipo de pecado no “mata” la vida de la gracia, pero la “hiere”, y es también una ofensa a Dios.

Ocasión de pecado: es toda aquella situación en la que alguien se pone en peligro de pecar. Nadie debe ponerse voluntariamente en ocasión próxima de pecar; hacerlo de forma voluntaria ya es un pecado.

4. ¿Somos responsables de nuestros actos?
     La libertad lleva consigo la responsabilidad. Cada uno es responsable ante Dios de lo que hace, independientemente de lo que vea o piense la gente. Uno sabe en conciencia si obra bien o mal, y sabe que alguien “siempre” lo ve. Las acciones libres merecen ante Dios el premio (si son buenas obras) o el castigo (si son malas).

     Eso es lógico y justo, pues en esta vida hay mucha gente que realiza muchas acciones buenas y no son reconocidas. Y también hay pecados que no son vistos por los demás y no reciben castigo.

Por falta de libertad no se es responsable:

a) Si hay ignorancia culpable: cuando no se sabía que eso estaba mal. Sin embargo hay cosas que se deben saber y sólo por negligencia puede darse su desconocimiento; en este caso sí habría culpabilidad.

b) Cuando falta advertencia, por ejemplo cuando se está dormido u otros le han emborrachado.

c) Si falta el consentimiento: por ejemplo porque hay una coacción total.



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