APRENDIZAJE
ESPERADO:
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Explica las características
del mundo contemporáneo para tomar en cuenta en la historia de la salvación,
rupturas de nuestro mundo.
Comprende que el mundo es un
lugar para realizarnos en la vida
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EVALUACIÓN:
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Comprende que el mundo es un
lugar para realizarnos en la vida, elaborando una infografía.
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Nietzsche era un conocido filósofo alemán. Un entusiasta había escrito en
un muro: “Dios ha muerto. Firma: Nietzsche”. Nietzsche murió después de
volverse loco. Al día siguiente de su muerte, alguien escribió debajo de la
famosa frase: “NIETZSCHE HA MUERTO”,
FIRMA… DIOS
La anécdota es como una foto
de lo que sucede: por mucho que el hombre niegue a Dios no puede hacerlo
desaparecer de su vida, y cuanto más lo hace, más traiciona la realidad,
empezando por la realidad de su propio mundo interior. Cuando esto ocurre,
todo en el hombre se desquicia: comienza el absurdo, la confusión, las
tinieblas. Se producen así las rupturas.
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PALABRA DE DIOS
“¿De sonde vienen esas guerras, de donde esos conflictos entre
ustedes?¿Quién hace la guerra sino los malos deseos que tienen dentro? Cuando
se les niega lo que codician, ustedes matan. Cundo no consiguen lo que lo que
codician, ustedes discuten y pelean.” (Salmo 4, 1-
2).
“Ahora bien por un solo hombre
el pecado había entrado en el mundo, y por el pecado la muerte se propagó a
toda la humanidad, ya que todos pecaron.” (Romanos 5, 12)
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1. Las
rupturas con Dios: fuente de todas las rupturas
Son cada vez más los lugares donde la
palabra de “Dios” suena innecesaria. Esto sucede sobre todo en las ciudades.
Muchas veces, “Dios” se convierte en una especie de dicho popular o una
palabra sin contenido. Nos estamos refiriendo nuevamente al agnosticismo
funcional. Puede ser que uno no niegue a Dios, simplemente los ignora en la
práctica. Estamos así en el centro de la principal ruptura: la ruptura con
Dios.
1.1. El ateísmo: negación de Dios
La negación de Dios surge como
una afirmación absoluta del hombre que pretende dominarlo todo. Una falsa noción de la libertad como ausencia del compromiso los invade
todo, en ella pareciera que Dios es el que se opone a la libertad humana.
Podríamos dividir el fenómeno del ateísmo en dos:
Sin Dios, el hombre vive solo
y sin una luz que lo guíe.
2. La ruptura consigo mismo: vivir
la mentira existencial
El ser humano vive dividido en su
interior. Quiere una cosa y hace otra. Sabe lo que esta bien y termina
haciendo lo que esta mal. Surgen las angustias, las neurosis, la incapacidad
de comunicarse, las máscaras. Se vive en la inautenticidad, en la
mentira existencial, es decir en una existencia construida sobre la
mentira, fruto del desconocimiento personal. Las evasiones se presentan como
ilusorias “salidas”: drogas, sexo, desenfreno, alcohol,
superficialidad, alienación.
Tal vez una de las manifestaciones
más palpables de la ruptura con uno mismo sea la perdida del sentido de la
vida. Hoy son muchos los que viven sin preguntarse por él. Incluso existen
posturas filosóficas que justifican este abandono de la búsqueda del sentido.
Esto es muy grave porque cuando una
persona no encuentra que su vida se dirige hacia algún ideal, alguna meta
para alcanzar, una causa noble por la cual entregarlo todo, se va marchitando
poco a poco. Sin el sentido de la vida, la persona se convierte en presa fácil de
la depresión y la angustia y termina paralizada en la indiferencia frente a
todo. La violencia que vivimos en nuestro país tiene una maligna raíz
en esta inseguridad frente al sentido.
Al romper con Dios, el ser humano rompe
consigo mismo.
3. La ruptura con los demás hombres
Los demás hombres se convierten en
enemigos de quien no se entiende a sí mismo ni conoce el sentido de su vida. Se busca dominar al otro de mil maneras. Se invierte todo el ingenio del
que uno es capaz para obtener el poder. Sastre expresaba esta realidad con
una frase tan dura como falsa: “El infierno son los otros”. También se puede
cita nuevamente a Nietzsche que dividía el mundo en “siervos” y
“superhombres”. Bata abrir un periódico y mirar el noticiero: muertes,
asesinatos, guerras, violencia, terrorismo, narcotráfico, violaciones,
abortos, venta de seres humanos, fratricidios… acciones todas orientadas a la
búsqueda de poder.
4. La ruptura con la creación
La creación entera sufre con la
situación del hombre. La administración de los recursos
naturales está regida por el egoísmo y la falsa noción de la libertad que
conduce al individualismo. Toneladas de alimentos son arrojados al
mar para que no bajen de precio. Manchas inmensas de petróleo flotan por el
mar destruyendo el ecosistema, la contaminación de las ciudades
llega a grados alarmantes. Muchas especies se han extinguido por el egoísmo
del hombre. Hace muy poco un gobierno reclamaba su derecho a realizar pruebas
nucleares en el Pacífico, lejos de su país.
Al romper con Dios, el ser
humano rompe con la creación.
5. El pecado raíz de los males del mundo
Hagamos un experimento. Coge una
grabadora o sencillamente anda por la calle y apunta estas respuestas a estas
preguntas: ¿es usted bueno? ¿Es usted feliz? Creo que la experiencia es
irremplazable. Te adelanto algo del resultado: a la primera pregunta la gran
mayoría responderá que sí. A la segunda que no. Entonces cabe preguntarse: si
todos somos buenos ¿por qué no somos felices?, ¿de dónde sale tanto mal?
Hay una realidad que se llama pecado y
que muchísimas veces queremos ignorar. El pecado es una realidad
dolorosamente presente en nuestras vidas y es la fuente de la crisis que
vivimos. Se trata de un acto suicida y homicida. El
principal afectado es el hombre que pierde el contacto con aquél que sabe lo
que el hombre necesita para ser feliz.
Cada uno de nosotros puede elegir entre
la libertad y la esclavitud, entre el bien y mal. Puede optar por el bien o
por el mal. Cuando optamos por el bien nos hacemos más libres porque solo el
bien y la verdad hacen que el ser humano crezca y alcance su realización.
Cuando optamos por el mal, pecamos. Y lo hacemos consintiendo el engaño,
pensando equivocadamente que seremos felices actuando contra Dios.
Es importante saber que el
pecado está en la raíz de todos los males. Pero es más importante conocer
sus manifestaciones concretas en nuestras vidas y poder combatirlas.
Durante siglos
Siete son los principales vicios que la repetición del pecado produce en la vida concreta de las
personas. La situación de nuestro mundo, fruto de nuestros actos concretos
está en relación directa con estos vicios. Demostrándole una mirada.
*Gula:es el apetito
desordenado de comer. Se manifiesta cuando uno come
en cualquier momento y sin orden. También se manifiesta cundo uno come más de
lo necesario o sólo lo que le gusta. Muchas veces la gula lleva a la
mezquindad. Un botón de muestra son muchas las propagandas de golosinas que
aparecen en la televisión. Normalmente le dan a la comida un valor que
objetivamente no tiene.
*Pereza: es el apetito desordenado por el descanso.
Se manifiesta en la tendencia a no hacer nada o hacer las cosas mal. La
pereza nos paraliza y nos lleva a la frustración. Paradójicamente, una de las
manifestaciones actuales más comunes de pereza es el activismo. Hoy se
insiste en hacer lo más posible y se olvidan otras áreas de desarrollo de la
persona como el descanso y el silencio. El remedio para la pereza no es
trabajar todo el día los siete días de la semana sino trabajar y descansar
con orden. Se trata de hacer lo que se tiene que hacer en su momento. Si hay
desorden en el trabajo hay desorden en el descanso y viceversa.
*Lujuria:es la búsqueda
de placeres sexuales deshonestos. Se trata siempre del uso
desordenado y egoísta del placer sexual. Lamentablemente vivimos en un medio
de anticultura dedicada a promover este vicio. En el fondo la lujuria conduce
a la tristeza y la frustración porque el placer sexual está ordenado al amor
conyugal que sólo se vive en el matrimonio. Si uno lo busca fuera de su razón
de ser ya no significa razón sino egoísmo. Manifestaciones de la lujuria son
la masturbación, las relaciones sexuales fuera del matrimonio, la
homosexualidad, la pornografía, la prostitución. No importa quiénes ni
cuantas veces te repitan que estas manifestaciones son naturales. Es falso.
El egoísmo como norma de vida es siempre natural y dañino
*Avaricia: es el deseo desordenado de
posesión de bienes. El avaro vive por tener posesiones. No comparte.
Vive permanentemente preocupado. La avaricia genera una desconfianza
enfermiza y calculadora. Debemos tomar en cuenta que no solo se trata de
bienes materiales. También de dones y capacidades pueden ser objeto de la
avaricia. Los dones y posesiones son para compartir. Hoy, por todas partes se
exalta la avaricia como si fuera una actitud que conduce al éxito. El mismo
éxito muchas veces se define como tener cada vez más cosas y no necesitar a
nadie.
*Ira:es el deseo
enfermizo de venganza por las ofensas recibidas, sean objetivas o no.
La ira enceguece la razón e impide comprender al otro. Este es otro vicio que
se pretende hacer pasar por virtud. Son innumerables las películas,
propagandas, publicidades de todo tipo que ponen la venganza como una
reacción justa. Para ver la gravedad de este vicio escuchemos lo que el Señor
dice sobre él: “El que se enoja con su hermano será condenado. El que insulte
a su hermano será juzgado y el que agravie será reo del infierno” (Mat. 5,
22). N o nos dejemos engañar por la influencia de los medios televisivos “que
no perdona”. Es Valente quien sabe perdonar y no quien se venga embrutecido por
la cólera.
*Envidia:es el vicio de lo que viven
comparándose con los demás. Se manifiesta en la alegría
por el mal ajeno y la tristeza por su bien. Es el más amargo de los vicios
porque termina poniendo las propias expectativas en lo que hacen los demás y
no en lo que uno puede hacer. Lo absurdo de este vicio es que siempre
encontraremos personas mejores y personas peores que nosotros. La verdadera
medida del valor no está en la comparación con los demás sino con las buenas
obras.
*Soberbia: es el apetito desordenado de la
propia excelencia. Es el vicio de fondo. Se trata de una enfermiza
tendencia de creerse el centro del universo. Tiene muchos disfraces y es la
peor enfermedad que puede sufrir el
corazón humano. Se manifiesta en la vanidad, en el afán permanente de ser
reconocido y en la tristeza de no serlo. Se manifiesta también en la no
aceptación de los propios defectos. El soberbio no resiste una crítica por
más pequeña que sea. El soberbio está firmemente convencido de que no
necesita a nadie. Se cree autosuficiente. La soberbia conduce a la soledad
porque el que la sufre en el fondo que no necesita de Dios ni de los demás.
Debemos estar alerta ante la
presencia de estos vicios en nuestra vida. Para ello es indispensable confiar
en Jesucristo. Él nos sana y reconcilia. En él encontramos la
verdadera salud que nos permite ser una respuesta para nuestro mundo
contemporáneo. Recordemos siempre que nadie de lo que no tiene. El
combate espiritual es una realidad siempre presente y muchas veces depende de
nuestra victoria en él. Si enguantas esta manifestación en tu vida,
dirígete al Señor con toda confianza, busca concejo en alguna persona
prudente y con ánimo emprende la lucha por tu felicidad.
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- ¿En qué consiste
la ruptura del hombre con Dios?
- ¿Cuáles
son esas rupturas que produce el pecado?
- ¿Qué es el
pecado?
- ¿Cuáles
son los siete principales vicios del pecado?
- ¿Qué es la
soberbia? ¿Alguna vez caíste en ella? ¿por qué?
- Lee y
medita Sal 50(51) ¿Estás dispuesto a asumir responsablemente el compromiso
de cambiar? ¿Qué vas hacer